3 curas para los que piensan en exceso

“Pensar, muchas veces, me ha dejado triste, querida; pero hacerlo nunca logró algo en mi vida… Mi precepto es hacer algo, hermana mía, hacer bien si puedes; pero hacer algo,” Elizabeth Gaskell

No hay nada malo con pensar. Nos ayuda a entender el mundo, llegar a conclusiones inteligentes, y profundizar en nosotros mismo y en el universo. El problema comienza cuando nuestro pensamiento se entromete en nuestras cosas. Pensar y hacer necesitan estar en balance. Como todas las cosas en la vida, estos poderes humanos son mejores en moderación.

NO TE ENCIERRES EN TUS PENSAMIENTOS. NO LE DES EL PODER DE PARALIZARTE

Aquí están tres maneras de evitar que caigas en un torbellino mental:

  1. PRACTICA LA ATENCIÓN PLENA

Cuando aceptas el momento actual, te vuelves más presente física y mentalmente. Esto puede evitar que te pierdas en tu mundo interno. Únete con tu ambiente. Acéptalo. Usa tantos sentidos como sea posible. Entiende sin juzgar. Los ejercicios de atención plena pueden ayudarte a mantenerte en el presente. Estos son conocidos por ayudar a reducir la ansiedad, incrementar la felicidad y traer una sensación de paz.

¿POR QUÉ NO DARLE UNA OPORTUNIDAD?

  1. MEDITA

Mientras que la atención plena conecta tu mente con el mundo alrededor, la meditación permite llevar el enfoque hacia adentro. Eso parece ser contraproducente. ¿Cómo puede sentarse con nada más con tus pensamientos ayudarte a alejarte de ellos? No lo hará. Sin embargo, te ayudará a conectarte con ellos, entenderlos y trabajar sobre ellos. La meditación es más fácil de lo que piensas. Beneficia el cuerpo, mente y espíritu. Participar en esta práctica regularmente puede ayudarte a superar los pensamientos de huída para siempre.

  1. PASA TIEMPO EN EXTERIORES

Pasar tiempo en la naturaleza puede ser terapéutico – y no tienes que comprometerte a un fin de semana completo acampando para cosechar los beneficios. Pasa tiempo en exteriores en una forma que tenga sentido para ti. Haz un picnic de almuerzo en el parque. Pinta las montañas desde una buena vista. Nada en un lago. Lleva tus niños a escalar los bosques. Siéntate debajo a un árbol y piérdete en un buen libro. Sal a correr con tu música favorita. La mejor manera de experimentar el mundo natural es aquella que conecte contigo personalmente.

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