Calidad del aire: qué es, como se degrada y como mejorarla

La calidad del aire se refiere a la condición y características químicas del aire que nos rodea y se determina a partir de una serie de indicadores de polución. El aire de buena calidad es aquel que está limpio y libre de contaminantes, como humo, polvo y smog, junto con otros gases tóxicos.

La buena calidad del aire es necesaria para mantener el delicado equilibrio de la vida de plantas y animales; así mismo, es imprescindible para la salud, ya que cuando la calidad del aire es mala, aparecen muchas afecciones respiratorias.

La mala calidad del aire afecta de manera negativa a los seres humanos y en general a toda la vida en la Tierra. El principal factor que degrada la calidad del aire, como sucede con casi toda la contaminación, son las actividades humanas.

Algunos fenómenos naturales, como la erupción de un volcán, también pueden afectar la calidad del aire del área colindante. Pero esta contaminación es temporal, pues ocurre mientras las cenizas de la erupción se asientan y definitivamente no es lo bastante grande como para constituir un problema mundial.

Hubo una era geológica de gran actividad volcánica en la cual el aire estaba tan lleno de gases tóxicos que sólo algunas formas de vida muy básicas pudieron subsistir. Pero después la atmósfera terrestre alcanzó su maravilloso equilibrio y durante miles de años se mantuvo, hasta que la especie humana comenzó a desarrollar actividades industriales y la estabilidad atmosférica comenzó a estar en verdadero riesgo después de la Revolución Industrial.

Los seres humanos contaminan con la mayor parte de sus actividades industriales. Las fábricas, los automóviles y muchos hogares queman combustibles fósiles para abastecerse de energía. Estos combustibles liberan en el ambiente dióxido de carbono y otros gases invernadero que alteran el equilibrio atmosférico.

¿Cómo se degrada la calidad del aire?

La calidad del aire se degrada día con día debido a las emisiones de diferentes fuentes contaminantes. Esto incluye: fuentes estacionarias, como plantas de poder, plantas maquiladoras, fundidoras, máquinas de motor, quema de madera y carbón; fuentes móviles, como camionetas, autobuses, aviones y autos. Y fuentes naturales, como erupciones volcánicas y tormentas de polvo. Los contaminantes que estas fuentes liberan en el ambiente no solo dañan la salud de forma inmediata, también aumentan el efecto invernadero y destruyen la muy necesaria capa de ozono de la atmósfera.

La calidad del aire depende de tres cosas: la cantidad de contaminantes, la velocidad a la cual se liberan en el ambiente y cuánto tiempo quedan atrapados en el área.

Las fuentes de polución del aire emiten una amplia gama de contaminantes que se clasifican en distintas categorías e incluyen dióxido de azufre, hidrocarburos, partículas minúsculas y componentes orgánicos volátiles, así como plomo, dióxido de carbono, monóxido de carbono, óxido nitroso y smog. En la mayoría de las regiones industrializadas puede haber concentraciones de estos químicos muy superiores a las que normalmente se encuentran en el ambiente.

Muchos de estos contaminantes del aire se presentan en forma de gases, pero algunos en realidad son partículas sólidas minúsculas, como el polvo, el smog y el hollín.

La polución del aire también puede afectar los interiores de los hogares, por eso es importante contar con extractores y purificadores de aire en zonas con niveles altos de contaminación. Los contaminantes interiores incluyen el humo de cigarro, el moho, el polvo, los residuos de mascotas, los formaldehídos de los productos limpiadores y el gas radón de algunos aparatos.

Si los contaminantes del aire se liberan en un área con buena ventilación, se mezclan con el aire y se dispersan rápidamente. Los contaminantes tienden a permanecer en el aire cuando existen ciertas condiciones, como vientos muy ligeros o montañas que restringen el transporte de estas sustancias lejos del área afectada. Cuando estas condiciones aparecen, la contaminación de una zona puede volverse peligrosa.

¿Cómo mejorar la calidad del aire?

Con todos estos contaminantes tóxicos en la atmósfera, no es fácil que vuelva a ser tan limpia como solía ser. Debido al incremento de vehículos e industrias y al crecimiento exponencial de las ciudades, el aire en zonas urbanas ha bajado mucho su calidad en las últimas décadas. Cada año, millones de personas en el mundo mueren debido a la inhalación de gases tóxicos presentes en la atmósfera.

Existen varias medidas que podemos tomar para mejorar la calidad del aire, no sólo para nosotros, sino también para las generaciones venideras. Si no lo hacemos a tiempo, podríamos enfrentarnos a panoramas muy difíciles en un futuro, en los cuales la integridad de todo el ambiente esté en riesgo.

1.- Disminuir las emisiones de los vehículos

En el empeño por mejorar la calidad del aire, manejar las emisiones de los vehículos debería ser el primer paso en el plan de acción, comenzando por reducir el número de automóviles que circulan todos los días y por fomentar el uso de autos y transportes eléctricos amigables con el medio. Una planeación urbana con un transporte público eficiente y limpio también es necesaria para evitar los atascos viales y la increíble cantidad de contaminación que causan. Las mejores alternativas son los trenes eléctricos, porque son muy rápidos y no contaminan.

Al promover de manera adecuada el transporte público será fácil sacar a las personas de los vehículos personales, porque en realidad a nadie le gusta pasar horas atascado en el tráfico. Las personas eligen comprar automóviles porque el transporte público disponible es de muy mala calidad, pero si eso cambiara, casi todos preferiríamos movernos por la ciudad de formas más sustentables.

2.- Reducir las emisiones de la industria

Las fábricas y las compañías maquiladoras son otra fuente principal de problemas en lo que respecta a la polución. Las industrias son las mayores fuentes de contaminación, ya que emiten grandes cantidades de contaminantes en el ambiente todos los días. Debido a las emisiones de carácter industrial, el mundo enfrenta grandes cantidades de lluvia ácida, depleción de la capa de ozono y calentamiento global. Se requieren políticas ambientales reales para obligar a las industrias a invertir en tecnologías energéticas más amigables con el ambiente.

Los aparatos de control denominados «nanopartículas absorbentes de contaminantes» pueden ser una buena alternativa para que las empresas disminuyan la cantidad de contaminantes que liberan en el ambiente. La inversión que implican estos sistemas de control ecológico debe ser absorbida por las industrias, pues es su responsabilidad operar con el menor impacto posible en la naturaleza. Existen muchas alternativas para que las fábricas contaminen menos, pero los dueños de las mismas no adoptarán estas medidas hasta que una legislación rotunda les obligue a hacerlo.

3.- Establecer políticas ambientales reales

Las mejoras en la calidad del aire requieren una serie de directrices de carácter gubernamental que las apoyen. El principal problema es que existen muchos intereses creados entre los gobiernos y las industrias, por eso muchos gobiernos se hacen de la vista gorda ante empresas que están contaminando enormemente el aire, el suelo y el agua. No obstante, si las cosas no empiezan a cambiar, dentro de poco tiempo llegaremos a un punto de no retorno en el que todos, influyentes o no, lamentaremos no haber detenido a tiempo nuestras acciones irresponsables.

Otro de los problemas es que muchas veces las multas que hay que pagar por no acatar las normas medioambientales son más económicas que la inversión que implica hacerlo. Por lo tanto, debe buscarse un panorama en el cual la solución más económica sea ir conforme a la ley.

¿Cómo podemos hacer un cambio? Muchas personas consideran que estas políticas ambientales están en manos de hombres poderosos e indolentes y que nada pueden hacer al respecto, pero la realidad es que existen dos caminos muy poderosos que los ciudadanos pueden tomar para salvar el ambiente.

El primero de ellos se basa en la capacidad de elección que nos dan los sistemas democráticos, establecidos en la mayor parte de los países occidentales. Otorgarles nuestro voto a representantes verdaderamente comprometidos con el ambiente es una buena manera de comenzar a generar un cambio desde la raíz. Sobra decir que muchas personas no tienen nada de confianza en sus representantes, pero aun así queda otro poderoso camino para el cambio: la consciencia cívica.

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Las industrias que contaminan no dependen de sí mismas, generan productos y servicios que a su vez utilizan las personas. Por eso, el boicot comercial, la resistencia civil y la responsabilidad ciudadana son imprescindibles para desarrollar acciones tan sencillas como dejar de adquirir ciertos productos, compartir nuestros autos, no comprar gasolina en una fecha determinada, andar en bicicleta y, claro, separar nuestros desechos, así como reciclar todo lo posible.

Los esfuerzos para reducir la polución también involucran una buena planeación urbana, el manejo adecuado de desperdicios y basureros, así como medios de transporte más adecuados y verdes. Todas estas estrategias crean el camino que necesitamos seguir para salvar nuestro ambiente.

Conclusión

Reducir las emisiones que contribuyen a la mala calidad del aire, al cambio climático, al calentamiento global y a la depleción de la capa de ozono es la única manera de evitar que las futuras generaciones vean marcada su vida por la imposibilidad de tener aire limpio. Todos tenemos que colaborar. Seguir con la mentalidad de que el tema es asunto exclusivo de los gobiernos y los dueños de las industrias es, de hecho, parte del problema. Cuando la ciudadanía tome consciencia plena, habremos dado el primer paso hacia el cambio verdadero.

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