11 señales de que eres un perfeccionista

¿Eres perfeccionista? ¿Normalmente buscas obtener un resultado perfecto en tu trabajo? ¿Sientes la necesidad de perfeccionar cada cosa que haces, incluso a expensas de tu salud y bienestar?

Un perfeccionista es una persona que se niega a aceptar nada menos que la perfección. En psicología, el perfeccionismo es una personalidad que se caracteriza por “personas desesperadas por evitar el más mínimo error y por establecer estándares demasiado elevados. Junto con una auto evaluación excesivamente crítica y preocupaciones con respecto a los demás”.  Para un perfeccionista, cualquier cosa menos que “perfecta” es inaceptable.

¿Eres perfeccionista?

Para ayudarte a evaluar qué tan perfeccionista puedes llegar a ser, compartimos contigo 11 frases con las que generalmente se identifican los perfeccionistas.

1.- No hay lugar para errores.

Donde quiera que veas un error, eres el primero en levantarte e intentar corregirlo. Ya sea un error de ortografía o un cuadro mal colgado.

2.- Tienes una manera bastante específica de hacer las cosas.

Muchas veces no entienden por qué eres demasiado meticuloso en cómo deben llevarse a cabo las cosas paso a paso. Mientras que algo esté fuera de su lugar, o no sea exactamente lo que consideras perfecto, no podrá ser aceptable.  Por eso, normalmente te cuesta mucho trabajo encontrar personas con las que puedas trabajar en equipo. La mayoría de las personas también encontrarán difícil trabajar contigo.

3.- Tienes una filosofía de “todo o nada”.

Es como que lo haces todo bien, o no lo haces en absoluto.  Cualquier cosa que esté a la mitad no cuenta.

4.- Todo se trata del resultado final.

No te importa lo que suceda en el inter o lo que te haya tomado alcanzar esa meta. Sólo quieres asegurarte de que el resultado final es conseguido. De otra manera te puedes sentir furioso y devastado.

5.- Eres extremadamente duro contigo mismo.

Siempre que algo sale mal, te vuelves incluso malvado contigo mismo.  No importa si ese algo fue culpa tuya o de alguien más. O si fue un error grande o pequeño.  Siempre estás listo para criticarte a ti mismo y sentirte extremadamente mal por un detalle por mucho tiempo.

6.-Te deprimes cuando no alcanzas tus metas.

A menudo no dejas de pensar en los resultados que no salieron como los esperabas. Sigues preguntándote ¿y si hubiera hecho esto o aquello? Y sientes que absolutamente todo es tu culpa, o al menos debe de serlo, cuando no alcanzas la perfección en todos y cada uno de tus objetivos.

7.- Tienes estándares excesivamente altos.

Cualquier cosa que se te meta en la cabeza, tendrá altas expectativas de perfección. Algunas veces, estos objetivos te pueden causar un estrés muy peligroso para la salud. Podrías acabar rompiéndote el cuello sólo por alcanzarlos. En algún punto, incluso podrías llegar a sentirte paralizado e incapaz de alcanzar cualquier tipo de objetivo, por sencillo que sea.

8.- El éxito nunca es suficiente.

Lo que sea que hayas logrado, siempre parece haber una mejor manera de hacerlo. Incluso cuando alcanzas la perfección, quieres una perfección aún más perfecta. Detrás de este deseo irracional de mejorar, está esa sensación de infelicidad continua porque siempre estamos insatisfechos con nuestros logros. Nunca estás contento con la manera en cómo están las cosas e inviertes gran parte de tu energía en intentar hacerlas mejores.

9.- A veces, aplazas sólo para poder hacer algo en el “momento preciso”.

Estás constantemente esperando el momento adecuado para trabajar en tus metas. Simplemente, sólo quieres empezar cuando estés verdaderamente listo para dar lo mejor de ti. Sin embargo, este momento “perfecto” nunca parece llegar. Y eso se debe precisamente a que nunca nada es lo bastante perfecto para ti. De esta manera, podemos permanecer esperando perpetuamente algo que nunca llegará.

10.- Constantemente resaltas errores cuando otros no ven ninguno.

Mientras que esto puede significar que simplemente estás muy orientado a los detalles, el perfeccionista normalmente siempre está viendo los defectos de las cosas a un kilómetro de distancia.

11.- A veces gastas cantidades de tiempo sólo para perfeccionar algo.

La perfección es la meta final. No es poco frecuente que sacrifiques horas de sueño, tiempo personal y bienestar sólo para llevar tu trabajo al nivel más alto. Para ti es una parte fundamental y normal de la vida.

¿Puedes identificarte con alguno de los puntos anteriores? De todos ellos, ¿cuántos aplican a ti?

Mi experiencia con el perfeccionismo

Yo solía ser una perfeccionista bastante neurótica. De hecho, hubo un momento en que los once puntos anteriores eran una descripción muy clara de mí.  Hoy en día sigo siendo una persona bastante perfeccionista, pero he aprendido a manejar estas tendencias. De tal manera que no perjudiquen mi salud mental, física o emocional.

Una gran parte de mi perfeccionismo se debe al hecho de que siempre he sido muy apasionada sobre mejorar y dar lo mejor de mí misma en todo lo que hago.

Creo firmemente que cuando nos fijamos una meta, debemos dar lo mejor sin excusas.

Un segundo factor tiene que ver con la manera en la que me crié. Fui educada en un ambiente en el cual el éxito es muy preciado. Y el fracaso, castigado. Las personas eran celebradas por ser las mejores, con la mediocridad nunca tolerada.

No sólo eso. Además asistí a una primaria en la que se nos obligaba a seguir idiosincrasias muy rígidas y específicas. Por ejemplo, sólo nos estaba permitido llevar relojes sencillos en color blanco o negro. Realmente éstas eran maneras bastante cuestionables de ayudarnos a convertirnos en mejores seres humanos. Sin embargo nosotros no teníamos la edad para saberlo, y cualquier inconformidad resultaba en fuertes castigos.

Todo esto combinado con una sensibilidad innata muy elevada, me hizo aprender a ser exageradamente meticulosa sobre con cualquier cosa que hiciera.

Esta meticulosidad de extendió más allá de mis estudios, a todas las aéreas de mi vida en general.

Por ejemplo, cuando me dedicaba a hacer páginas web como pasatiempo, era implacable perfeccionando cada pequeño aspecto de las mismas. Estaba constantemente editando mis imágenes y el código HTML sólo para asegurarme de que todo estuviera perfecto. Pasaba horas asegurándome de que mis sitos se vieran geniales en cualquier resolución o buscador. Y haciendo constantes micro cambios que iban desde el color de un simple pixel o una alineación medio milímetro más a la derecha.

Siempre fui demasiado exigente con la apariencia y el contenido de mis sitios. Pese a que nunca recibí una paga por hacerlos.

En algún momento fui una gamer ávida. Y siempre estaba trabajando para perfeccionar cada videojuego que jugara. Como niños pequeños que éramos, mi hermano pequeño me criticaba cuando hacía movimientos en falso o si cometía errores que resultaban en la muerte del personaje.

Así, aprendí a ser muy precisa en la manera en la que ejecutaba cada uno de los movimientos y alcancé un alto nivel de perfección.

Recuerdo afectuosamente cómo rompí todos los marcadores de los juegos de carreras, y cómo completé cada uno de los desafíos de bonos. Algunos de los cuales eran simplemente insanos.  Jugué y rejugué juegos de peleas por semanas y semanas. Perfeccioné mis movimientos con mis personajes favoritos y gané en la dificultad más alta en muchas ocasiones. Completé al 100% cerca de 100 juegos de video durante mi niñez.

En los proyectos en equipo de la escuela, normalmente yo tenía que hacer todo el trabajo porque consideraba que mis compañeros se tardaban demasiado con sus entregas. O que éstas no eran de la calidad suficiente. Incluso aunque esto fuera a expensas de mi tiempo o de mis horas de sueño. Incluso aunque terminaran sacando ellos una calificación  perfecta gracias sólo a mi trabajo, al final me parecía que había valido la pena.

La simple idea de poner en las manos de alguien más mis resultados me aterraba.

Incluso en mi trabajo actual, soy increíblemente meticulosa con todos los contenidos que creo y que subo a la red. Por ejemplo, cada curso que desarrollo, toma meses y meses de trabajo e investigación. Además refino, edito y perfecciono una y otra vez los materiales antes de compartirlos con el mundo. Siempre que conduzco un curso en vivo, paso unos meses más mejorando y elevando el nivel del curso en base a las reacciones que tuvieron los participantes.

Cada artículo, podcast y video está siempre. Meticulosamente pensado antes de publicarse. Incluso así, siempre estoy editando contenidos pasados para mejorarlos cada cierto tiempo.  Tal vez a esto se debe que tantos lectores precien mi material y constantemente lo estén compartiendo en otros sitios. Maestros y alumnos por igual usan mis materiales para incluirlos en sus cursos.

Ser perfeccionista me ha ayudado a alcanzar algunos estándares muy precisos y a superarlos en muchas maneras. También me ayudó a tener buenas notas en el colegio. A desempeñarme bien en mi trabajo corporativo. Y es probablemente la razón por la cual sobresalgo en muchas áreas de mi vida.

Sin embargo, a medida que ganaba edad, me di cuenta de que el perfeccionismo también tiene un lado peligroso que podría poner en entre dicho mi salud.

¡Comparte este gran artículo con todas las personas perfeccionistas que conozcas!

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