La terapia de abrazos es definitivamente una poderosa manera de curación. Investigaciones demuestran que abrazar (y también reír) es extremadamente efectivo para curar las enfermedades, sensación de soledad, depresión, ansiedad y estrés.
Investigaciones demuestran que un profundo abrazo adecuado, en el que los corazones se están presionando juntos, puede beneficiarte de varias maneras:
- El tierno toque de un abrazo construye confianza y una sensación de seguridad. Esto ayuda a lograr una conversación honesta y abierta.
- Los abrazos pueden levantar instantáneamente los niveles de oxitocina, que cura los sentimientos de soledad, aislamiento e ira.
- Sostener un abrazo por un tiempo extendido eleva los niveles serotonina, mejorando el ánimo y creando felicidad.
- Los abrazos fortalecen el sistema inmune. La presión suave en el esternón y la carga emocional que esto crea activa de chakra del plexo solar. Esto estimula la glándula timo, que regula y equilibra la producción de glóbulos blancos del cuerpo, lo cual te mantiene saludable.
- Los abrazos levantan el autoestima. Desde el momento que nacemos el contacto con nuestra familia nos demuestra que somos amados y especiales. Las asociaciones de autoestima y sensaciones táctiles de nuestros primeros años permanecen en nuestro sistema nervioso como adultos. Los mimos que recibimos de nuestra madre y padre mientras crecemos quedan impresos en un nivel celular, y los abrazos nos recuerdan eso a un nivel somático. Los abrazos, por lo tanto, nos conectan con nuestra propia habilidad para amar.
- Los abrazos relajan los músculos. Los abrazos liberan la tensión del cuerpo. Los abrazos pueden eliminar los dolores; ellos tranquilizan los dolores por el aumento de la circulación en los tejidos suaves.
- Los abrazos equilibran el sistema nervioso. La respuesta galvánica de la piel al dar y recibir abrazos muestra un cambio en la conductividad de la piel. El efecto en la humedad y electricidad de la piel sugiere un estado más equilibrado en el sistema nervioso parasimpático.
- Los abrazos nos enseñan cómo dar y recibir. Hay un mismo valor en recibir y ser receptivo al calor, al igual que al dar y compartir. Los abrazos nos educan sobre cómo el amor fluye en ambas sentidos.
- Los abrazos se parecen mucho a la meditación y las risas. Ellos nos enseñan a dejarse llevar y estar presentes en el momento. Ellos nos animan a fluir con la energía de la vida. Los abrazos te sacan de patrones circulares de pensamiento y te conectan con tu corazón, tus sentimientos y tu respiración.
- El intercambio de energía entre las personas que se abrazan es una inversión en la relación. Anima a la empatía y el entendimiento. Y es sinérgico, lo cual significa que el todo es más que la suma de sus partes: 1+1=3 ¡o más! Esta sinergia tiene mayor probabilidad de resultar en ganar-ganar.
Hay un dicho de Virginia Satir, una respetada terapeuta familiar: “Necesitamos cuatro abrazos por día para sobrevivir. Necesitamos ocho abrazos por día para el mantenimiento. Necesitamos doce abrazos por día para crecer”. Ocho o más abrazos más pueden parecer muchos, pero mientras investigaba y escribía este artículo le pregunté a mi hija, “¿Cuántos abrazos por día te gustarían?” Ella dijo: “No voy a decirte cuántos abrazos me gustan, pero son más de ocho” Eso me hizo sonreír y tocó mi corazón. Y noté cuán natural y profunda es nuestra necesidad de abrazos.
Como un padre amoroso, recibo bastantes abrazos de mi pequeña princesa y su mamá. Como un terapeuta de yoga, a menudo los doy y los recibo de mis estudiantes al final de una sesión. Me he dado cuenta que ese amor, es un medicamento milagroso.